Más que una moda, la innovación se ha convertido en parte del ‘establishment’ y en la explicación más directa, para cualquier fenómeno organizacional.
Por ejemplo, cuando hablamos de los fracasos míticos, como Blockbuster o Kodak, se deben a falta de innovación. Por otro lado, los negocios más exitosos, como Amazon o Apple, tienen la innovación en su ADN.
Teniendo esto en cuenta, si analizamos las tendencias, las empresas latinoamericanas desean emular la innovación para lograr el éxito, con un abordaje desde diferentes perspectivas que se pueden clasificar de la siguiente forma:
- La innovación como competencia: consiste en formar a los individuos para contar con las destrezas y conocimientos necesarios para ser más innovadores. Este abordaje da prioridad a la persona y la ve como la fuente principal de la creatividad y la acción innovadora.
- La innovación como proceso: establece una serie de pasos para generar soluciones novedosas, seleccionarlas, probarlas y “lanzarlas al mercado”, bien sean para clientes internos o externos.
- La innovación como cultura: establece la necesidad de una transformación profunda, para que los principios de la organización estén alineadas con la innovación y permeen en el comportamiento de los individuos y los equipos de trabajo.
Aunque los tres abordajes son válidos, ninguno es suficiente por sí sólo. Siempre será necesario establecer estrategias que permitan cubrir la innovación en sus tres dimensiones, como competencia, proceso y cultura. Por tanto, es clave alinear los tres aspectos, para que la innovación sea parte de la organización, definiendo:
- ¿Cuáles son los objetivos de la innovación? Ej: competir en nuevos mercados, diversificar ingresos con nuevos productos, etc.
- ¿Cuáles son las capacidades y retos para innovar en la empresa?
- ¿Cuál es la principal fortaleza actual de la innovación en la organización? ¿Cultura, procesos o competencias?