Cuando converso con mis colegas y clientes acerca del e-learning, suelen saltar a la mesa las tendencias más recientes tales como: el microlearning, la gamificación y el mobile learning.
Luego de dejarnos llevar un poco por la curiosidad y hablar de lo que “está de moda”, sigue en pie una de las principales preocupaciones cuando se habla de educación digital, que ha sido, históricamente, una de las barreras más importantes para la adopción del e-learning: la calidad.
Al definir los estándares de calidad deseados para el e-learning es necesario comprender la experiencia de aprendizaje como el resultado de un sistema entrelazado, donde las estrategias establecidas, los recursos disponibles y las características de los participantes deben estar alineadas para lograr los objetivos planteados.
5 preguntas clave para asegurar la calidad en e-learning
En este sentido, al igual que en cualquier modalidad de enseñanza-aprendizaje, es necesario preguntarse:
- ¿Cómo contribuyen las estrategias y recursos empleados en el logro de los objetivos de aprendizaje?
- ¿Cuáles son las mejores estrategias que se pueden implementar con base en los recursos disponibles?
- ¿Cuáles hábitos y preferencias en el aprendizaje tienen los participantes en común?
- ¿Cómo se evidenciará que los participantes lograron los objetivos de aprendizaje?
- ¿Cuál es la opinión que se desea generar en los participantes respecto al programa?
Podría decir que existe una tradición alrededor de evaluar la calidad de los programas en torno a la satisfacción del participante. Sin embargo, si lo vemos desde la perspectiva del aprendizaje organizacional como solución a los aspectos críticos del negocio, la experiencia del usuario en e-learning es un catalizador de la adquisición de conocimiento y del cambio en el comportamiento que debe hacerse evidente en el desempeño de los participantes.
Por tanto, el énfasis excesivo en la satisfacción del usuario, puede ser perjudicial. Tal como muestra una investigación reciente de CEB en 2016, un 78% de los empleados se muestran satisfechos con los productos que ofrecen las áreas de Capacitación y Desarrollo, pero sólo el 37% aplica el aprendizaje en su puesto de trabajo.
Teniendo esto en cuenta, es indispensable retomar el aspecto estratégico de la educación digital, tomando de las tendencias aquellos aspectos que son aplicables, relevantes y de valor para los problemas de negocio y/o institucionales a los que se hacen frente.
En resumen, para conocer la calidad del e-learning, es recomendable medir el desempeño de los participantes en sus puestos de trabajo, en términos de los resultados que las organizaciones esperan obtener después de participar en un programa. Por ejemplo, si su equipo gerencial fue formado en técnicas de retroalimentación: ¿cuáles son las experiencias que han vivido aplicándolas? ¿Cuáles han sido los cambios que han obtenido en sus equipos de trabajo mediante estas nuevas técnicas?
Un participante satisfecho es reconfortante, pero uno que se siente más empoderado y confiado al explorar la aplicación de nuevos conocimientos en la práctica, es transformador.
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