El extraño caso de la fuga de conocimiento

La fuga de conocimiento como problema

Es muy común la preocupación actual por la fuga de conocimiento en las empresas, cuando las relaciones de trabajo están cambiando tan radicalmente. Mis padres mantuvieron su primer trabajo con orgullo hasta la jubilación. Esta proeza es ahora inimaginable y, para la mayoría de los profesionales jóvenes, indeseable.

La fuga de conocimiento crea en muchas empresas, el temor a perder el conocimiento y desperdiciar recursos en la formación de la gente. Ante esta perspectiva, muchos directivos no saben realmente qué hacer. Los que tienen más idea promueven la documentación de los procesos a fin de preservar el conocimiento empresarial. Sin embargo, esta perspectiva es extremadamente limitada y, rara vez, se prioriza cuáles son los conocimientos clave de la empresa y cuáles pueden documentarse razonablemente.

El conocimiento como variable empresarial

El conocimiento es una variable escurridiza, especialmente en el mundo de los negocios, donde la medición es hecha bajo premisas que suelen dar preferencia a la facilidad de análisis e interpretación por encima de la precisión.

Adicionalmente, las relaciones de poder basadas en el conocimiento están cambiando aceleradamente. La difusión de la información, la masificación de la educación abierta en línea, una población de adultos profesionales cada vez más desconfiada y el colapso de las instituciones tradicionales, son tendencias que están poniendo en jaque nuestra forma actual de entender la importancia del conocimiento, nuestra valoración de los expertos y la dualidad experto/autoridad en nuestras vidas cotidianas.

En este contexto, considerar el conocimiento como activo empresarial y repensar el capital intelectual son elementos que perdieron su empuje inicial en la gestión, pero que no por ser difíciles de aplicar deben ser descartados a priori. En mi opinión, el quid del asunto no es tanto medir el conocimiento, sino medir el resultado que tienen actividades concretas de gestión de conocimiento para la empresa.

¿Qué se puede esperar de la Gestión de Conocimiento?

Es típico preguntarse como medir la efectividad de la gestión de conocimiento. Para responder esta pregunta, lo más sencillo es identificar primero qué es lo que se quiere lograr a través de la gestión de conocimiento. En función de esta premisa es que puede realmente lograrse establecer un alcance y expectativas acertadas al respecto. Los indicadores genéricos no podrán legitimar la práctica de gestión de conocimiento en la empresa, así como tampoco permitirán tomar decisiones informadas acerca de las estrategias de gestión de conocimiento.

Es indispensable crear indicadores basados en los objetivos trazados desde un principio y emplear principios elementales de estadística que permitan establecer si la introducción de la gestión de conocimiento en la empresa genera cambios en el desempeño organizacional.

La gestión del conocimiento puede, por ejemplo, reducir el tiempo de formación de un nuevo ingreso, reducir los costos de formación de personal, acelerar la creación de nuevos productos y/o servicios, mejorar los tiempos de respuesta de las áreas de servicio y acelerar las mejoras de los procesos. Sin embargo, para poder medir el impacto en estos términos, es indispensable medir cada uno de estos aspectos antes de implantar la gestión del conocimiento en la empresa y definir cómo se espera que tenga impacto la misma sobre los resultados del negocio.

En conclusión, los resultados que pueden obtenerse de la gestión de conocimiento dependen, en gran medida, de la adecuación al problema que enfrenta. Ante la fuga de conocimiento, es vital, establecer realmente si la gestión de conocimiento es la solución más acertada y cuáles soluciones complementarias, desde la gestión del talento, procesos y tecnología pueden llevarse adelante.

Antes de emprender una iniciativa de gestión de conocimiento es necesario establecer el alcance de una manera realista y ser pragmáticos en la definición de los objetivos. El fracaso de las iniciativas de gestión de conocimiento, está atado, en general y paradójicamente, al desconocimiento de metodologías concretas y un manejo demasiado intuitivo de las mismas.

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