Comunicar en las organizaciones de actualidad, es cada día menos un boletín o la Intranet y cada día más implica consolidar una cultura propia donde el denominador común es el cambio.A continuación presentamos algunas consideraciones para que un proceso de transformación sea exitoso.
El mundo actual de las empresas no escapa a las reglas del universo: dinamismo y velocidad. Esta situación requiere de nosotros nuevas competencias y habilidades profesionales. Al tiempo que no se trata simplemente de lograr una adecuada adaptación al medio, sino que para que las cosas cambien genuinamente también tienen que modificarse los tradicionales paradigmas organizacionales. En este contexto la comunicación adquiere una nueva dimensión: la de contribuir a gestionar la complejidad.
Todo cambio entraña miedo, incertidumbre, riesgo y angustia, entre otros. Es este escenario precisamente el que vuelve protagonista a la comunicación interna.
Los procesos de cambio organizacional profundo que afectan tanto a los procesos, la tecnología, la estructura, la estrategia y obviamente a las personas, entrañan la necesidad de desplegar una batería de acciones enfocadas en promover un sentido de comunidad y lograr que todos los involucrados se suban al mismo barco.
¿Por qué la comunicación resulta un elemento clave? Porque la comunicación es persuasión.
El éxito de un proceso de cambio tiene más de conquista, de seducción, de orientación, y menos de gobernabilidad. En la comunicación interna encontramos la socia estratégica para la obtención de objetivos tales como: el compromiso, el alistamiento, la facilitación y el propiciar un clima favorable al cambio.
Aquí compartiremos una serie de aspectos a tener en cuenta por todo comunicador, no sólo para liderar un proyecto de transformación, sino para gestionar el día a día de las organizaciones donde la constante es el cambio:
- El rol de los líderes como agentes de cambio es la columna vertebral en toda compañía. Su “sponsorship” es central en este tipo de procesos que implican la adhesión a nuevas formas de hacer las cosas.
- Atender las necesidades de las audiencias: en todo proceso de cambios, los públicos afectados son variados. Las consecuencias del proceso son diferentes para cada audiencia y por lo tanto las acciones deben adecuarse a cada necesidad.
- Trazar un mapa: es importante contar con un plan de comunicación que acompañe cada una de las instancias del proyecto. Incluso es aconsejable si el mismo es demasiado ambicioso y/o se extiende en el tiempo, desglosarlo en momentos y capitalizarlos desde la comunicación como hitos dentro del plan maestro de trabajo.
- Investigar: Conocer las percepciones sobre lo que se busca modificar, el estado actual y su comparativa con el estado futuro es materia prima indispensable para un plan exitoso.
- Menos medios y más cara a cara: en las organizaciones grandes y dispersas geográficamente los medios de comunicación internos son necesarios para acortar distancias y llegar a grandes audiencias, sin embargo la experiencia indica que – en este tipo de procesos – somos tanto más efectivos cuando damos lugar a un tipo de comunicación menos mediatizada, con foco en el cara a cara. Ningún medio puede suplantar a la comunicación vivencial.
- Monitoreo: realizar un seguimiento permanente del plan de comunicación que permita tomar acciones correctivas y acorde a la evolución del proyecto.
- Menos es más: este tipo de procesos revisten cierta complejidad. Por lo que sugerimos elaborar mensajes claros, sencillos y fundamentalmente sinceros, que generen un clima de confianza
Sin duda, la comunicación es el motor del cambio.
Artículo tomado de: Natalia Gutenmajer en negociosymanagement.com.ar